El día que decidí jugar a ese estúpido juego fue el día que
vendí mi alma al diablo o a lo que más se le parecía en este mundo, Nicole.
Esto ocurrió dos semanas después de que todo en New Hampshire se tiñera de
blanco. En uno de esos domingos normales en los que hacía mi mágico recorrido
hasta el faro para encontrarme con Rachel y ese día también con Nicole. Era la
primera vez en mucho tiempo que Nico decidía hacer algo divertido con nosotras.
Pero ese día las cosas se nos fueron un poquito de control y en vez de ver una
película como siempre, bebimos alcohol como cosacas, bailamos, hicimos cosas
raras y jugamos a capaz o incapaz.
—Chicasss, chicasss que os parece estooo, tengo una ideaaa—Había
dicho Nicole mientras se tambaleaba de un lado para otro por toda la habitación.
— Jugueeeemos a capaz o incapazzz.
—Siiiiii, juguemos eah eah eah el techoo se mueve
—Durante todo el mes ¿a que no os atrevéis?—Pregunté y
maldita sea el día en que se me ocurrió. Ahora estoy pagando por eso.
Todas asentimos y nos reímos como tontas. El juego no hacía
más que empezar. Le toco a Rach y eligió capaz terminando bañándose desnuda en
el lago en pleno invierno, ya os imaginais como termino con 38 de fiebre
durante una semana. Le tocó a Nicole y decidí vengarme de ella por ser tan
putamente perfecta: tenía que liarse con el perdedor de la clase Liam Revine
hasta que terminaran las Navidades. Y por último yo, estúpida yo por elegir
capaz. Nicole se encargó de la venganza, la dulce venganza. Mi diana era Matt Klintworth,
sí, ese mismo Matt. Tenía que salir con él, enamorarlo y dejarlo después de
Navidades. ¿Yo, la chica que se había prometido hacía años no volver a enamorar
se tipos como él? La tenía jodida y me veía incapaz. Incapaz de todo.
De
aquello iba a pasar una semana. Nicole ya había conseguido liarse con el
pardillo y cada vez que lo hacía se lavaba los dientes. Yo en cambio no había
progresado nada pero tampoco tenía intención de mover un solo dedo. Esa mañana
cuando iba de camino al instituto Matt volvió a acosarme.
—Hola
Puse
los ojos en blanco al ver que venía acompañado, tenía una nueva amiguita. Que
por cierto reía como una tonta mientras se ajustaba la ropa.
—Matthew—Respondí
dándole poca importancia a su presencia.
—
¿Subes? Gina ya se marchaba, ¿verdad cariño?—Dijo dirigiéndose a la chica y
abriéndole la puerta para que saliera. La pobre se bajo desconcertada y
mirándome con ira y ¿celos? Así que la amiguita de Matt tiene miedo que yo sea
mejor que ella. Una sonrisa torcida asomo de entre mis labios. Tenía una idea.
No era una mala idea el juego después de todo. Iba a enseñarle a Matthew como
se sentía que te rompieran el corazón y que yo era CAPAZ de hacerlo.
Subí
y deje que me llevara al instituto por primera vez. Mientras el coche rodaba
por las calles puse algo de música, me apoderé de su radio y canté. A partir de
hoy iban a ser todos los días soleados para mí.
—Vas
a romperme los cristales del coche si sigues desafinando—Me dice riéndose por
lo bajo. Y pensé: si supieras que voy a romperte algo más que los cristales no
te reirías de esa forma.
Nos
acercamos al instituto y todos los estudiantes que estaban en la puerta nos
miraron. Bueno en realidad me miraban a mí. Vi a Rach quedarse boquiabierta y a
Nicole sonreír con malicia. Les guiñe un ojo y cuando el coche se detuvo me
giré y besé en la mejilla a Matt. Vi como sus ojos se abrían, lo había pillado
por sorpresa.
—Ya
sabes a qué hora salgo no llegues tarde—Dije cerrando la puerta y marchándome
sin mirar atrás. Ya me estaba imaginando la sonrisa de idiota que tenía en la
cara pero lo que él no sabía era que la que iba a salir victoriosa de todo esto
era yo.
Me
acerqué a Rach con la cabeza bien alta y sonriendo con malicia. Lo sabía, sabía
que ella no me apoyaba en esto, lo noté en el mismo instante en que me bajé del
coche pero yo quería venganza y la venganza es un plato que se sirve frío.
—Felicidades
ya estás más cerca de conseguir al chico malo de la ciudad—Eran las palabras
que con tanto desdén me dirigía. — No le hagas daño Eileen—Dijo y sus ojos se
oscurecieron. STOP, ¿qué estaba pasando aquí? ¿Por qué Rachel había soltado
todo esto? Tenía preguntas pero no respuestas. No podía prometerle que él no
saldría herido porque yo quería que sufriera. Antes de que me pudiera disculpar
por lo que haría las próximas semanas Nicole me abrazó por la espalda.
—Ya
tardabas pensé que mi apuesta estaba ganada. Un juego no es un juego si no
juegan dos.
—Un
juego es un juego y yo odio perder—Dije antes de colocarme bien la mochila y
perderme por los pasillos. Sentía que Rachel me odiaba y que Nicole me alababa
no tan inocentemente.
Odio
cuando medio instituto sabe de tu vida y se dedica a hablar de ti como si te
conocieran de toda la vida. Odio a la gente que habla por hablar y sobre todo
odio el haberle hecho caso a Nicole. Cuando sonó el timbre recogí la mochila
lentamente, las manos me sudaban y le dije a Rach que se marchara que yo la
alcanzaba enseguida. Cuando solo quedaba yo entre un montón de mesas vacías me
arme de valor y caminando a paso ligero me acerqué a la puerta principal.
Esperaba con todas mis fuerzas que Matt no estuviera, que todo terminara
rápido. Pero o mis fuerzas me fallaron o mis deseos no estaban hoy por
cumplirse porque apoyado sobre Seat León esta él. Lo veo mirar de un lado a
otro buscando algo o a alguien con desinterés y al encontrarlo sonríe y saluda.
Me saluda y yo solo me muevo con recelo hasta él.
—Vaya
si que tardaste, Rachel me dijo que estabas preguntándole una cosa a la
profesora—Dice mientras me abre la puerta. Demasiado galante para su estilo.
Rachel ha mentido por mí.
—Eh…sí…
¿Qué
es un viaje sino un paseo más por la vida? Me siento tan capaz de cometer una
locura como de comerme una rana y eso es ASQUEROSO. Así que tal vez mi plan ya
no me resulte tan grandioso como al principio. Todavía estoy a tiempo de decirle
que detenga el coche y salir corriendo como la Cenicienta pero sin dejar ningún
zapato ni nada que pueda hacer que tenga que volver a verlo. Pero soy demasiado
orgullosa para hacer una escapada genial y declararme una completa perdedora
ante Nicole. Ahora mismo odio demasiado a Nicole y he de admitir que un poco a
mí misma. ¿Veis? Os dije que ibais a odiar a Nicole y si todavía no lo estáis
haciendo es que no tenéis sentido del gusto.
Siento
a Will parlotear sin parar pero paso de escucharle hablar no hay nada de lo que
esté diciendo que capte lo suficiente mi atención, resulta más divertido mirar
por la ventanilla como pasan las calles. EH, un segundo ¿Qué calle es esta?
Desde que tengo memoria y sentido de la orientación gracias a dios estoy casi
segurísima de que por aquí no se va a mi barrio.
—
¿A dónde vamos si se puede saber?
Veo
que me mira con cara de pocos amigos y medio enfurruñado.
—Te
lo estaba contando pero por lo visto no has oído ni una sola de las cosas que
dije…
—Um…no.
Lo
sé, no tiene gracia pero para mí sí la tiene.
Ahora
que me fijo bien Matt tiene algo diferente, no parece ser el de siempre. Acaso
acá ¿algo ha cambiado? Sus expresiones son más relajadas y esta sonriendo
mientras mira la carretera.
—Sabes,
si sigues sonriéndole a la carretera cualquiera va a pensar que eres un
psicótico o algo por el estilo—Digo y me giro mirando hacia él.
—
¿Me estabas observando?—Dice y pone esa horrorosa sonrisa de conquistador.
—Sí,
para que engañarte te estaba observando—Admito sin ningún tapujo—Hace tiempo
que no sonríes de esa manera.
Saco
el móvil de mi bolsillo y justo cuando me mira sonriendo le saco una foto.
—
¡EY! Nada de fotos, trae eso acá—Exclama y conduce con una mano intentando
coger mi móvil.
—
¡Para, para! Solo esta foto por favor si sales guapísimo—Digo intentando
defenderme entre risas. — ¡No, cosquillas no!, Matt que nos vamos a matar para
de hacer el tonto mientras conduces.
Da
un volantazo y el Seat Leon se detiene en el bordillo de la carretera. No puedo
hacer otra cosa que cerrar los ojos con la piel de gallina pero no hay impacto
ni mi cuerpo sale desprendido por el cristal. Maldito idiota, siempre pegándome
sustos. Y todo pasa a cámara lenta Matt me quita el cinturón, se acerca a mí y
acaba con todo el espacio que nos separa. Me besa. Primero rápido, impactante,
salvaje, parece que el mundo se va a acabar. Sus labios se mueven veloces sobre
los míos que todavía están dormidos. Su cuerpo me mantiene prisionero, no tengo
escapatoria. Termino por sucumbir a la pasión y el beso se vuelve lento,
cariñoso. Abro la boca y succiono todo su sabor una mezcla entre la menta de su
boca y la fresa de la mía. La cabeza me da vueltas como si estuviera en un
carrusel pero me gusta no quiero que pare, no quiero parar. Coloco mis manos en
su cuello y presiono mi cuerpo contra el suyo. No quiero que pare. Juego con su
boca y él sin separarse me levanta sentándome sobre sus rodillas. Estoy entre
el volante y él, ya no hay escapatoria. Sus manos se mueven por mi cuerpo. Y de
mi vientre sube una corriente eléctrica que no sabría describir.
Cuando
parece que todo va a terminar nuestros labios se vuelven a fundir en otro beso.
Todas las formas que de niña había imaginado, todos los besos que soñé y no
pude dar. Mi corazón saltaba dentro de mi pecho queriendo volar lejos, muy
lejos. Estaba besando a Matt. Por primera vez en mi vida había besado a Matt y
sabía endemoniadamente bien. Nos pasamos un buen rato así sin despegarnos el
uno del otro hasta que me separé y recosté mi frente contra su pecho. No quería
abrir los ojos, temía que todo fuera una mentira, una vil patraña que era lo
que era en realidad porque yo lo estaba engañando pero me estaba dejando
arrastrar a ese engaño hasta el punto de creérmelo de verdad. Había caído
víctima de mi propio juego. Cuando me dí cuenta abrí los ojos y lo mire y vi
que él también tenía los ojos cerrados. Al poco rato los abrió y algo había
cambiado de nuevo en Matt, no era el mismo de hace unos minutos atrás.
—WOAH…
—Vaya…
no sabía que besaras tan bien gatita.
Dice
mientras me giña un ojo. Tiene la voz ronca y los ojos más oscuros. Esta tan
sexy.
—Hay
muchas cosas sobre mí que desconoces…. Gatito.
Suelta
una carcajada me agarra de la cintura besando mi clavícula fugazmente.
—Venga
que si me sigues provocando de este modo no vamos a llegar a donde tenía pensado
llevarte.
Y
pienso <<eso es precisamente lo que tú quieres querido y lo que yo
necesito, un polvo de infarto que me haga darle en las narices a Nicole>>
Pero mis pensamientos es mejor no compartirlos así que asiento y vuelvo a
colocarme en el asiento del copiloto, me pongo el cinturón mientras él pone el
coche en marcha y me coge de la mano mientras conduce. Subimos por la montaña y
nos alejamos de la ciudad. Todavía hay algunos rayos de sol. Las curvas cada
vez son más grandes pero Matt se maneja muy bien con la vieja carretera.
—Y
¿a dónde nos dirigimos?
—Es
una sorpresa, te lo estaba contando antes pero como no me hiciste ningún caso
ahora tendrás que esperar para verlo
—
¿Falta mucho?
A
este paso moriré de aburrimiento antes de llegar a los veinte.
—No,
ya estamos llegando—Responde — ¿Ves esa subida? Es allí.
El
coche se desliza por la cuesta hasta que de pronto frena y nos quedamos así. Yo
bajo torpemente y no puedo parar de mirar la belleza del lugar. Me pregunto si
aquí es donde traerá a todas sus conquistas. Me troncho de la risa al
imaginármelo. Y después no lo hago tanto porque me doy cuenta de que yo soy una
de ellas y de que no puedo evitarlo. <<Jodida Nicole>>
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