'El problema del mundo es que los estúpidos están
seguros de todo y los inteligentes llenos de dudas.' Russell.
Russell
no iba demasiado desencaminado al afirmar esto. Lo más normal es ir por la
calle y escuchar a un grupo de chicos de aproximadamente mi edad afirmar con
total credibilidad cosas que no son ciertas. Resulta tan normal como ver a los
que verdaderamente saben del tema dudar sobre si deberían corregir tal infamia
o no. ¿Qué es el temor si no aquello que nosotros mismos nos imponemos? Esto
nos lleva a una larga reflexión sobre el ser humano y sus comportamientos en la
cual no nos vamos a meter ahora.
Pateo
varias piedras de camino a la torre y los dientes me castañean de frio. Para
empeorar la situación el viento se empeña en querer llevarse mi paraguas y yo
mientras tanto me dedico a pelear con él para ver quién se llevara la victoria.
—Buenos
días Eileen ¿Hoy también vas a la torre querida?—Saluda la señora Billingsley que acaba de salir a mi encuentro desde detrás de unas
tijeras para podar.
Pego
un salto e intento disimularlo con una expresión de asombro. La señora Billingsley
vive a dos cuadras de mi casa y por causas del destino su horrorosa casa
pintada de amarillo vomitivo me queda de camino a la torre. Así que todos los
días que hago planes con Rachel me veo obligada a detener mi marcha para
dedicarle unas cuantas palabras cordiales. Porque ya llueva como hoy o
relampaguee, Billingsley está ahí cuidando de su maravilloso jardín como si
fueran lingotes de oro.
—Buenos días señora Billingsley,
tan puntual como siempre—Hago todo lo posible para que no se note que su solo
presencia es un verdadero incordio.
—Por supuesto querida
¿si no soy yo quien cuidara de estas preciosas plantas?—Dice y mientras sigue
hablando para ella misma continúa con su labor. Si, este es mi momento triunfal
para escapar. Hago un ademán de seguir con mi camino pero ella es mucho más
rápida que yo y antes de que pueda dar dos pasos me detiene con otra pregunta.
—Querida hoy me
pareció ver a tu hermano temprano en la mañana merodear por esta calle, quien
dice temprano sobre las ocho de la mañana, parecía que venía apurado de algún
sitio—Hace una pequeña pausa y continua—tus padres deben de estar muy
preocupados por el, últimamente se está juntando con esos muchachos que viene
del otro lado de la ciudad y si me permites decirlo esas no son buenas
compañías. Es una pena que no sea como tú siempre tan…tan dulce y atenta— me dice atrapándome con sus palabras. Ahora
ya no tengo escapatoria a no ser que me dé a la fuga.
—No sé nada de eso. Lo
que haga mi hermano no es de mi incumbencia él ya es bastante mayorcito para
saber que está bien y que está mal. Y ahora si me perdona llego tarde—Digo y me
largo escuchando a la lejanía sus últimas palabras. ‘’Claro querida… adiós’’
No sé cuál es la razón
por la cual todo el mundo se empeña en comparar a mi hermano conmigo a
sabiendas de que no tenemos que ser iguales, de que nadie es igual. Eso me
molesta un montón, Evan es Evan y yo soy yo. Además tampoco soy tan perfecta
como todos se creen, simplemente soy lo suficientemente lista como para no
meterme en problemas. Y hablando de problemas.
Cuando doblo la
esquina un Seat León negro se cruza en mi camino impidiéndome el paso.
Doy un paso atrás y alzo
el dedo corazón al conductor que ahora mismo debe de estarme viendo a través de
los cristales tintados del coche. Conozco muy bien esa matrícula, es la del
hermano de Rachel por eso no me corto un pelo en pegarle una patada a su
puerta.
— ¿Qué coño haces
Matt?—Grito indignada.
—Buenos días a ti
también—Me dice bajando la ventanilla con una sonrisa. Tiene un par de bolsas
negras debajo de los ojos que me dice que ahora es que regresa a casa después
de pasarse toda la noche de juerga.
—Fuera de mi
camino—Murmuro entre dientes con el ceño todavía fruncido. Hoy no estoy de
humor para aguantarle.
Trato de pasar por
detrás y continuar mi camino pero el da marcha atrás y otra vez me vuelve a
impedir pasar. Tiene ganas de jugar. Qué pena que yo no.
— ¡Matt lárgate de una
puñetera vez!—Le grito harta de la situación.
—Sube, te llevo—Me
dice quitándole el seguro al coche.
Debe haberse fumado al
menos diez porros si cree que yo me voy a subir al coche con el así como si
nada. Todo el mundo en el pueblo sabe que se relaciona con esos chicos con los
que mi hermano ha empezado a juntarse también. Tengo una idea así que me acerco
a la ventanilla y bajo la cabeza para ponerme a su altura.
—Sabes que no voy a
subir pero si te voy a pedir un favor Matt, deja a mi hermano en paz—Digo con
extremada amabilidad.
— ¿Yo? Es él el que
nos busca, no puedo hacer nada si él viene a nosotros Eileen—Murmura y su
aliento choca contra mi cara. ¡PELIGRO! Está demasiado cerca.
—Sí que puedes,
échalo, pégale una paliza lo que sea pero no dejes que os vuelva a
buscar—Prácticamente le estoy suplicando y él parece notarlo porque de pronto
su pecho de infla de ego.
—Sube al coche y veré
si puedo hacer algo por ti—Dice con tono socarrón. El mismo que debe usar para
engatusar a las chicas cuando quiere algo de ellas. Sonrió para mis adentros. Qué
pena que conmigo no funcione.
—No voy a caer Matt—Le
advierto—Me debes ese favor, lo sabes. También sabes lo que soy capaz de hacer
para conseguir lo que quiero—Añado con voz amenazante. Y cruzo la calle
corriendo antes de que me alcance. Cuando estoy al otro lado lo escucho gritar.
—Algún día tendrás que
subir Eileen—
Me echo a reír y sigo
mi camino. Ya queda poco para llegar. Después del puente a lo lejos veo la
torre donde Rachel me espera. Las farolas ya están apagadas y el río
prácticamente se encuentra congelado. Esto de noche es genial sobre todo cuando
esta encendido, sobre el rio congelado bailan las sombras de las luces de los
farolillos.
Al otro lado del
puente esta Rachel con su paraguas rosado balanceándose de un lado a otro.
Cuando estoy lo suficientemente cerca para que me vea se quita los cascos y
deja a un lado su móvil para saludarme.
—Al fin llegas pensé
que no venias—
—Lo siento tuve una
serie de percances por el camino—Digo a modo de disculpa.
— ¿Otra vez la señora Billingsley?—Pregunta
resignada.
Asiento inconforme y
añado:
—Y tú hermano—
— ¿Matt?—Parece
asombrada—Anoche se fue temprano, mi padre y el tuvieron una larga discusión y
después cogió las llaves del coche y se largo soltando pestes contra sabe dios
quién—Me cuenta y nada de lo que me dice me sorprende.
—Le dije que dejara en
paz a Evan mis padres ya empiezan a ponerse insoportables porque ya no les hace
caso a ninguno de los dos—Murmuro mientras saco del bolsillo del abrigo las
llaves de la torre y abro la puerta.
Subimos las escaleras
en silencio y cuando llegamos arriba nos quitamos los abrigos y los dejamos
secando al lado de la estufa que empieza a calentar la pequeña habitación.
—Así que Evan está
dando problemas—Susurra con la mirada perdida—Si quieres puedo hablar con Matt
y intentar que haga algo—
Niego con la cabeza.
—No Rach, no te
preocupes ya hare algo para que el revolucionario de mi querido hermano utilice
la cabeza por una vez en su vida—Hablo enserio pero ella no para de reírse de
mis palabras y me contagia haciéndome sonreír de verdad por primera vez desde
que me levante.
—Bueno que me dices:
¿Pesadilla antes de navidad o alguna comedia romántica?—Dice moviendo ante mis
ojos su Pen repleto de películas.
—Comedia romántica,
hoy tengo ganas de reírme—Le aseguro y ella va a ponerla mientras yo me encargo
de los aperitivos.
La mañana pasa entre risas y Sin compromiso, la película en la que trabaja
Asthon Kutcher y Natalie Portman. Hay una parte en la que Emma (Natalie
Portman) le dice a Adam (Asthon Kutcher): `` Me produces contracciones ventriculares prematuras.
Haces que se acelere mi corazón...´´ Y no puedo evitar quedarme con
esa frase y guardarla para mí porque me encanta. Es hasta ahora la mejor frase
romántica que he escuchado. Después de las de Emma Stone en Rumores y mentiras. Esa película me
marco, es sin dudarlo la número uno en mi lista de películas que vale la pena
ver y que por mucho que las repitas no te aburre.
Esa misma tarde cuando regreso a casa veo a mi hermano
salir y cruzar la calle hasta subirse al coche de Matt. Antes de que pueda
acercarme este derrapa sobre el asfalto y se marcha. Corro a casa, ni mamá ni
papá están por ningún lado, deben de haber salido a visitar a sus amigos. Estoy
sola así que descalzo y subo a mi habitación. Mi móvil empieza a vibrar pero no
lo cojo porque quien me llama es un número privado. Me hundo entre las sábanas
con un libro en la mano y en la otra el mando de la grabadora. Esta es mi
definición de día perfecto por supuesto sin la lluvia y sin los incordios que
me encontré por el camino.
Tanto me cansa el constante sonido de mi móvil que
termino por apagarlo volviendo a meterme entre las páginas del libro con In front of you de The quiet kind de fondo.
``Why can't you ever see, what's in front of you.´´
Ahí estaba yo tranquilamente abrazada por el calor de mi
cama sucumbiendo a las palabras y a la música de mi alrededor cuando de pronto
la puerta de mi habitación se abre de un portazo echando por la borda mi casi perfecto día. Evan, mi hermano con
cara de pocos amigos, chorreando agua de la cabeza a los pies y con el labio
partido ha vuelto a casa. Me levanto nada más verlo en ese estado.
— ¿Qué te ha pasado?—Pregunto preocupada.
— ¡Tú, tu eres lo que me ha pasado! Has ido a ver a Matt
¿verdad?—Me pregunta con las manos cerradas en un puño—Me ha dicho que ni se me
ocurriera volver por Donnovan, que la próxima vez que me acerque me partirá la
cara. ¡Todo esto es tu culpa!—Escupe las palabras con tanta rabia que parece
que en cualquier momento se me va a echar encima.
— ¿Matt te ha echado?—Pregunto estupefacta. Matt me ha
ayudado. Todavía no me lo puedo creer.
Evan pega un grito de furia y sale dando zancadas de mi
habitación encerrándose en la suya.
¡Ja! Increíble, Matt el mismo que me ha cerrado el paso
esta mañana y me ha molestado durante años ahora me ha ayudado. Sacudo mi
cabeza dejando de lado mis pensamientos. No me puedo dejar engañar por sus
actos, él nunca cambiará.
Esa misma noche soy yo la que por primera vez en mi vida
desobedezco las órdenes de mis padres y salgo de casa por la ventana robándole
las llaves del coche. Mi corazón late por la euforia del momento y mis manos
resbalan sobre el volante mientras conduzco por las calles a oscuras hasta
Donnovan. Tenía que agradecerle y él era imposible de encontrar. Solo había un
sitio en el que pudiera estar y era al otro lado de la ciudad en un sitio
llamado Donnovan. Nunca había estado ahí pero suponía que no sería muy difícil
de encontrar.
No me equivoque. A un lado de la carretera se alza una
hilera de coches que entran a un parking con un cartel bien grande donde pone
``Donnovan´´ Me uno a los otros coches hasta que consigo entrar. Me muerdo el
labio al bajarme. Aquella era la antigua fábrica de coches abandonada. Ahora
estaba iluminada y sus paredes temblaban al ritmo de la música. Un grupo de
chicas pasan por mi lado riéndose, todas ellas embutidas en minúsculos vestidos
que se ajustaban a su cuerpo y con tacones de aguja de 13 cm. Como diría Rach:
perfectas para la ocasión.
Me infundo valor y las sigo hasta la entrada donde otra
hilera, esta vez de personas, me espera. Aguardo hasta que me toca a mí. El
portero, un chico unos años mayor que yo me mira de arriba abajo y me pide el
carnet. Me deja pasar pero todavía no está seguro de que le haya dicho la
verdad.
Dentro el ambiente es una completa locura. Las dos
plantas de la fábrica están hasta arriba de gente que bailan, beben y fuman a
saber qué. Sigo a la multitud que me llevan como una ola hasta un rincón donde
al final me abandonan a mi suerte. Veo gente peleándose por los barriles de
cerveza y hago una mueca. Yo no he venido aquí a ver como esta panda de
bandoleros hacen de sus vidas una verdadera mediocridad. Busco las escaleras
para subir a la segunda planta y buscar desde allí a Matt. A duras penas y a
empujones consigo llegar hasta arriba donde se encuentra el DJ mezclando
canciones horribles y en una esquina detrás de los amplificadores hay una
puerta vigilada por otro chico. Hago un rápido recorrido a las dos plantas sin encontrarle así que me
armo de valor y me acerco a la puerta. Al verme allí el chico me detiene con la
mano.
—Aquí no puedes pasar es zona prohibida—Grita por encima
de la música para que lo pueda escuchar.
—Estoy buscando a Matt, Matt Klintworth—Le digo y le veo dudar.
—Lo siento pero no te puedo dejar pasar—Me dice negando
con la cabeza.
—Pero soy una amiga suya, se que está ahí adentro solo
necesito que entres y le digas que Eileen Whitehead le busca—Insisto. No he
venido hasta aquí para nada.
Al final después de un rato cede a mis suplicas.
—Está bien voy a entrar pero no te muevas de aquí—Dice
vigilándome, todavía dudoso.
Espero y vuelvo a esperar hasta que la puerta vuelve a
abrirse con un sonido sordo y voilà
ahí está Matt. Lo saludo con la mano pero al momento me arrepiento porque me
agarra por ella y me arrastra por todo la fábrica hasta sacarme de ella. Está
enfadado así que al salir coge al portero por el cuello y le grita.
— ¿Cómo la dejaste entrar pedazo de imbécil?—Lo sacude como
si no pesara nada y el chico no para de temblar y articular palabras sin
sentido.
Al final lo suelta dejándolo caer y se vuelve a mi todavía
con la mirada furiosa. Parece que tiene los ojos inyectados en sangre. Me hace
una seña para que lo siga hasta un sitio apartado y cuando se detiene de súpito
choco contra su espalda.
—Me pediste que sacara a tu hermano de aquí y eso hice, entonces ¿se puede saber que
haces TÚ aquí?—Pregunta entre dientes.
Me vuelvo a armar de valor por tercera vez en la noche y
cuando me siento preparada hablo.
—Vine a darte las gracias— Oh mierda parezco un cordero
directo al matadero. ¿Quién me habrá mandado a venir aquí? Es que de verdad
Eileen ¿en qué coño estabas pensando? Es cierto en haditas y gnomitos paseando
por el bosque. Mierda.
— ¿Y para eso has venido hasta aquí?—Lo siento
resoplar—Podías haberlo hecho en otro momento.
— ¿Qué es todo esto Matt?— Le pregunto cambiando de tema.
— ¿Todo que…?—Duda ante me pregunta. Veo sus cejas arquearse.
—Este sitio—Rectifico enseguida.
—Ah—Murmura y yo me quedo a la espera de una respuesta que
parece no llegar—Donnovan, ¿no has visto el cartel de la entrada?
Vuelvo a abrir la boca para contestarle cuando alguien nos
interrumpe y pasa por mi lado lanzándose de pleno a los brazos a sus brazos,
besándolo por sorpresa. Matt no la detiene así que cuando veo que las cosas se
les están yendo de las manos y que yo estoy demás allí doy media vuelta y me
vuelvo a casa.
me encanta!
ResponderEliminarGracias, seguiré publicando conforme vaya escribiendo! :)
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